En el marco de la entrada en funciones de la región San Diego-Tijuana como Capital Mundial del Diseño, autoridades del INM en Baja California se interesan en la implementación y evolución de sistemas para agilizar el cruce fronterizo más transitado del mundo.
A lo largo del 2024, la dinámica región transfronteriza que comparten Tijuana y San Diego ostenta el título de Capital Mundial del Diseño. Por ello, así como sucedió en días recientes con la puesta en marcha de la Semana de Diseño en Tijuana, donde se dieron cita varias de las mentes más relevantes de esta disciplina que no es solamente un nicho en sí mismo sino una manera de asimilar el mundo, interactuar con él, modificar el entorno, facilitar procesos, dignificar, evolucionar, coadyuvar, estrechar distancias, luchar contra las desigualdades, buscar justicia, lograr revoluciones tanto industriales como de conciencia individual y colectiva sin importar de qué disciplina de esté hablando, a lo largo del año, tanto la ciudad californiana como su hermana bajacaliforniana echarán a andar proyectos sobre diseño en temas tan diversos y relevantes, como la migración.
El Economista fue invitado por la Organización Mundial del Diseño (WDO, por su sigla en inglés) para acompañar el programa de la Semana de Diseño que tuvo como punto medular el Centro Cultural Tijuana (Cecut), en esta ciudad fronteriza.
El equipo de comunicación asociado a la WDO tuvo a bien ofrecer para la prensa que viajaba desde la Ciudad de México y para el grupo de medios del extranjero un recorrido por los rincones emblemáticos de la ciudad, incluyendo la garita El Chaparral, el cruce fronterizo más transitado en el mundo en el que en promedio cruzan unas 4,000 personas a pie y alrededor de 50,000 vehículos diarios.
Ahí mismo, además, a diario se permite el acceso de 400 personas que han realizado un trámite de asilo político por Estados Unidos y quienes pueden esperar por una respuesta entre un mes y tres años.
Y es que el diseño está en todos lados, atiende, o al menos debería atender todos los sectores y las necesidades sociales. Y la dinámica binacional, la migración, los procesos de deportación y trámites de asilo político, así como una relación binacional tan viva y cotidiana, no están exentos de la impronta que el diseño industrial, tecnológico, social e incluso artístico tienen para aportar.
La migración también requiere del diseño
Las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) invitan a esta comitiva a explorar el lado mexicano de la garita conocida como El Chaparral para mostrar cómo se ponen en marcha distintas estrategias de diseño tecnológico, humanitario y logístico para agilizar este cruce con tanta demanda.
David Pérez Tejada es titular de la oficina del INM en Baja California. Él recibe al grupo de periodistas. Destaca, en primera instancia, la labor del llamado Grupo Beta de Protección a Migrantes, el cual se encarga de la asesoría y rescate de migrantes deportados y en situación de riesgo o en caso de intento de cruce indocumentado.
“Ahorita estamos apoyando a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) y a Border Patrol con la logística de recibir a la gente de distintas nacionalidades. Les ayudamos a organizarlos, procesarlos, revisar que tengan la cita y todos los documentos necesarios para poderlos ingresar para su encuentro con las autoridades en Estados Unidos. Hasta aquí llegan personas de más 120 países del mundo”, entre ellos, comenta, de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Haití, El Salvador, Honduras y Nicaragua, por destacar los principales puntos de procedencia.
“Constantemente estamos buscando maneras y actualizando los procesos para agilizarlos. Esta área la hemos mejorado mucho. Es un modelo de éxito internacional. Vienen distintas ONG’s a nivel mundial, OIM, ACNUR, UNICEF, a observar y asistir en los procesos. Lo que hacemos aquí va desde brindarle alimentos (a las personas deportadas o varadas) y orientación de todo tipo, les permitimos hacer llamadas internacionales, se les brinda servicio de transporte. Tenemos una ventanilla donde se les tramita el acta de nacimiento y todos los documentos necesarios para integrarse al país y otra para recibir remesas. Aquí pueden hacer exámenes para ver su grado de estudios. También tenemos atención psicológica y médica”, comenta el funcionario.
En este contexto, en redes sociales comenzó a circular un video en el que se observa a agentes de Migración golpeando a varios migrantes mientras éstos viajaban sobre el tren La Bestia en las proximidades de Fresnillo, Zacatecas. Es inevitable comentar el hecho con el titular de la oficina del INM en Baja California y saber sus impresiones y conocer qué protocolos se tienen en el estado ante posibles casos como el visto en Zacatecas.
“Es importante que en esta región nos mantengamos siempre vigilantes, como titulares, de las situaciones que se puedan suscitar, para que haya sanciones, que se castigue este tipo de hechos, que son muy lamentables. Al menos aquí no hemos tenido situaciones alarmantes”, comenta y agrega que hay protocolos de vigilancia y procesamiento penal, en su caso, para agentes que violen los derechos de las personas en movimiento, y amplía:
“Parte del éxito que hemos obtenido en Tijuana (en temas de migración) es que colaboramos con Estados Unidos. Tenemos esa visión binacional y tenemos la empatía por recibir a gente de todo el mundo. Aquí no discriminamos ni tenemos prejuicio en contra de la gente. Y basta con simplemente remontarnos a cómo se fundó esta región, por gente que vino de todas partes del mundo”.
Despojados de sus tierras esperan asilo
Afuera de las instalaciones de la INM en Tijuana, en la Plaza El Chaparral, está una familia triki, que ha viajado hasta aquí desde Oaxaca. Están sentados sobre la banqueta, con sus bolsas, sus equipajes ligeros y semblantes poco alentadores.
Prefieren no dar sus nombres. Comentan que de tiempo atrás iniciaron el proceso de solicitud de asilo político ante las autoridades de Estados Unidos dadas las condiciones insostenibles en su región, donde han sido atacados reiterativamente por el crimen organizado con el objetivo de desplazarlos de sus tierras.
Comparten que han esperado pacientemente la respuesta desde Estados Unidos, pero la semana pasada fueron atacados a balazos y expulsados definitivamente de su pueblo. Por lo que tuvieron que acelerar sus planes y viajar a la frontera para ver si podían obtener una respuesta más inmediata. Pero ésta les fue negada, al menos momentáneamente.
Mientras espera por otras noticias más alentadoras, esta familia está varada, sin saber qué hacer ni dónde alojarse, cómo sobrevivir en una ciudad a la que no pertenece, con el dolor de haber sido arrebatada de su tierra.
Cerca de El Chaparral, por debajo de los distribuidores viales, entre los rincones de la ciudad, se observan escenas varias, inevitables, de personas en situación de calle. A muchas de estas personas les fueron rechazadas las solicitudes de asilo político por Estados Unidos, y se han quedado en este limbo vial, en una ciudad de grandes contrastes.
El muro que no para de crecer
Juan Arturo Saldaña Angulo, titular de Enlace Binacional del Comité de Turismo y Convenciones de Tijuana, acompaña a este pool de prensa hacia el punto continental más al Este de la República Mexicana, el Parque Binacional de la Amistad, en la delegación Playas de Tijuana, donde el muro fronterizo, con casi 10 metros de altura, se adentra en el gélido océano Pacífico. Aquí la frontera es custodiada las 24 horas por patrullas fronterizas del lado californiano.
Del lado mexicano, se observan murales, arengas, manifiestos varios de artistas o colectivos que son invitados a intervenir la valla fronteriza.
Como uno realizado en lo alto del muro por Chris Cuahtli, un artista que, tras la muerte de su madre en Tijuana, cuando él era muy pequeño, fue adoptado de manera informal por una familia estadounidense y, después de estar en prisión una gran parte de su vida, fue deportado a México a sus 32 años. En su mural, Cuahtli dibujó la imagen de Donald Trump y Joe Biden besándose, y colocó la leyenda “Tear down this wall! Tumba este muro!”.
Hasta finales de los años 60, quizás principios de los 70, comenta Juan Arturo Saldaña, solamente había una cerca de alambre de púas. “Este muro comenzó a levantarse con la administración de Bill Clinton, con la Operación Guardián. Pero antes era muy fácil cruzarse. Y esto comenzó a complicarse, pero todavía era posible ver a las familias que venían al muro a tocarse con los dedos de un lado y del otro. Un día al año, las familias podían venir, se abría una puerta en el muro (la cual todavía está ahí pero ya no se abre) y podían abrazarse. Era bastante conmovedor. Pero, con el paso del tiempo y las restricciones de la CBP, ya no se permitió. Todo eso se nos fue con el 9/11 y más aún con la pandemia”.